Manifiesto de la Ética del Ser: Por una Existencia de Aceptación y Bondad
En un mundo donde el mercado dicta las reglas del deseo, donde el cuerpo se convierte en mercancía y la identidad en escaparate, surge la necesidad de un manifiesto que reivindique la aceptación, la interconexión y la bondad como ejes de una vida auténtica. Inspirado en Donna Haraway, Freud y el posthumanismo crítico de Rosi Braidotti, este manifiesto es una invitación a despojar nuestra existencia de las lógicas capitalistas que reducen lo humano a lo consumible y lo medible.
- El cuerpo como territorio ocupado Freud nos enseñó que el deseo es una fuerza que modela nuestras pulsiones y relaciones. Sin embargo, en la modernidad, esa energía ha sido canalizada hacia un capitalismo del cuerpo, donde lo sexual no es un territorio de exploración y autenticidad, sino un producto. El cuerpo, convertido en objeto pornográfico, no se celebra como una extensión de nuestra identidad, sino como una herramienta para llamar la atención, competir y sobresalir.
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Pornografía emocional y el espectáculo del yo En un sistema que cosifica lo sexual, no solo se objetiviza el cuerpo, sino también las emociones. Las relaciones humanas están atravesadas por una lógica de mercado: demostrar, exhibir y consumir. Lo que Freud describió como el deseo de ser amado se ha transformado en el deseo de ser visto, de ser validado a través de la mirada del otro. Este narcisismo digital no es expresión de libertad, sino de alienación: mostramos más, no para conocernos, sino para encajar en el molde de lo deseable.
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Erotizar la interconexión, no la competencia Donna Haraway nos recuerda que somos seres relacionales, tejidos en una red de conexiones con humanos y no humanos. Frente a la lógica capitalista que erotiza la competencia, este manifiesto propone erotizar la interconexión: encontrar placer en el cuidado, el respeto y la colaboración. Liberar el deseo del mandato de la superioridad y reenfocarlo hacia la creación de vínculos auténticos es un acto revolucionario en un mundo obsesionado con el dominio.
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Una mención al amor y las relaciones de pareja El amor, entendido desde un marco ético y posthumano, es más que un intercambio de emociones o una proyección narcisista. Inspirándonos en Braidotti, debemos concebir las relaciones de pareja como ensamblajes dinámicos, donde el otro no es un objeto a conquistar, sino un compañero en la co-creación de un espacio compartido. Este amor no se basa en el consumo o la competencia, sino en la reciprocidad y el cuidado mutuo, liberándose de las narrativas capitalistas que promueven la posesión y la perfección. En este sentido, las relaciones son actos éticos de resistencia: espacios para explorar una interconexión más profunda y menos condicionada por la mirada externa.
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La paradoja del deseo impuesto Freud habló del deseo como algo que nunca se satisface del todo, como una carencia que nos mueve. El capitalismo ha explotado esta paradoja, creando necesidades artificiales que perpetúan nuestra insatisfacción. En la esfera sexual, esto se traduce en cuerpos perfectos, performances inalcanzables y un continuo sentimiento de insuficiencia. Este manifiesto nos invita a rechazar ese deseo impuesto y a reivindicar la suficiente humanidad que habita en nuestros cuerpos reales, imperfectos y, por lo tanto, auténticos.
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De lo visible a lo esencial En un mundo saturado de imágenes, donde lo visible es idolatrado y lo esencial ignorado, este manifiesto propone un retorno a lo interno. No necesitamos cuerpos que compitan por la atención, sino cuerpos que abracen su propia vulnerabilidad. No necesitamos relaciones que se alimenten de validación externa, sino vínculos que encuentren su fortaleza en la honestidad y el cuidado mutuo. Conclusión: Reescribir el deseo Aceptar nuestro deseo como algo más que una pulsión controlada por el mercado es reconquistar nuestra humanidad. Rescatar el cuerpo, el placer y las relaciones de la lógica de la competencia y la cosificación es un acto ético y político. Este manifiesto nos llama a reconfigurar nuestras vidas desde la aceptación de lo que somos, no de lo que otros esperan que seamos. Dejemos de competir por ser vistos y comencemos a construir desde la bondad, la reciprocidad y el respeto.
G.R.G.
(Graciliano Rodriguez Gabriel)